El país primero
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A los 56 años, una edad prematura, falleció el empresario y expresidente de la CPC, Alfonso Swett, dejando un profundo pesar tanto en el mundo del sector privado y del emprendimiento, como entre innumerables dirigentes políticos y sindicales, sin distingo de sectores o partidos. Esto es una muestra de lo que representó en su vida empresarial, personal y gremial: un referente del diálogo, el encuentro, la colaboración y el entendimiento en beneficio del país, dejando de lado intereses de grupos particulares.
El legado de Swett adquiere especial relevancia en un momento crítico para Chile, en que la economía sigue sin repuntar, la inseguridad ha emergido como una enorme traba y freno para el crecimiento y la confianza, y ante un cuadro político que ha visto cómo se castigan los polos extremos y la ciudadanía privilegia propuestas que invitan al diálogo y al encuentro de posiciones democráticas.
Chile necesita liderazgos como el de Alfonso Swett, hábiles en la construcción de acuerdos transversales y equilibrados.
El ministro de Hacienda, Mario Marcel, destacó que el mejor homenaje a Alfonso Swett es “valorar y seguir su ejemplo”, centrado en abrir espacios de escucha y en alcanzar acuerdos transversales, alejados de dogmatismos y de la imposición de ideas fundacionales. Su actitud constructiva para buscar soluciones a los problemas y desafíos de Chile se vuelve patente cuando desde los círculos empresariales hasta dirigentes del Partido Comunista, como Bárbara Figueroa, han destacado su habilidad de “comprender la potencia que tenía un diálogo entre iguales”.
Esta capacidad para sobreponerse a los obstruccionismos es esencial para una economía que requiere volver a crecer a tasas cercanas a 5%, de manera de resolver con eficacia problemas urgentes en materia social y económica. Chile enfrenta desafíos complejos que trascienden los efectos del cambio climático, la necesidad de mejorar la productividad o las nuevas tendencias demográficas, y que están vinculados a la reconfiguración geopolítica, las tensiones comerciales y conflictos que ocurren en otras latitudes y que impactan en el país.
Ante este complejo escenario, se necesitan liderazgos como los de Swett, que pongan al país ante todo y que sean hábiles en la construcción de acuerdos transversales y equilibrados, de modo de ofrecer a la ciudadanía un modelo sostenible de desarrollo. Chile es capaz de mucho más, pero ese potencial se ha desaprovechado en tiempos en los que se ha impuesto la violencia o la tolerancia al caos. En esa disyuntiva, la voz de Alfonso Swett debe permanecer.